lunes, 14 de agosto de 2017

El Poeta del Exilio

Y en mi locura he hallado libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro ser. 

Muchos fueron los que coronaron a Gibran Jalil Gibran como el loco de sus tiempos. Puesto que era esa persona diferente y un tanto incomprendida, que con sus escritos lograba encerrar la musicalidad de lo no oído, las notas sepultadas que solo pocos pueden apreciar, esas voces encerradas y no atendidas que están desesperadas por ser escuchadas, así como los deseos internos de las personas que viven en el miedo de mostrar sus verdaderos rostros a una sociedad que juega con las máscaras de la banalidad y la futilidad.
Pintura de Gibran Jalil Gibran
Gibran Kahlil es la transcripción original árabe de este poeta, pintor, novelista y ensayista libanés nacido en 1883. Fue conocido  como el poeta exiliado, quien se distingue por las múltiples parábolas que emplea en sus cortos cuentos para demostrar la psicología del ser humano, y los deseos encerrados que anidan en él. Usa los silencios como armas, y la interpretación como las balas que disparan al lector.

Su obra El Loco, publicada en 1918, es un compendio de cortos cuentos, que se centran en el argumento de anécdotas, alegorías y reflexiones contadas desde la perspectiva de un hombre que se considera loco a sí mismo. Cada cuento está escrito con un halo de sortilegio que permite al lector encontrar diversas interpretaciones en la misma narración. A pesar que ésta pueda ser breve, en cada renglón que encontramos en el libro, hay una nueva parábola con la cual nos podemos sentir identificados, o que nos puede hacer reflexionar sobre nuestras propias vidas.

Este libro, a pesar de la fugacidad que se encuentra en cada una de sus hojas, exalta la soledad bien aceptada y la seguridad de que todos ocultamos una parte de nosotros mismos a una sociedad que nos exige bailar en una danza de máscaras, que parece premiar a quien mejor oculte sus sentimientos. Ahora parece requisito mostrar sonrisas forzadas que reemplacen lágrimas, risas escandalosas que nos esconden corazones rotos, o emplear la indiferencia en nuestras vidas en lugar de vivir éstas con la intensidad que se merecen.

Ya no se vive, se oculta. No se muestran los infiernos propios, se fingen los paraísos que pocos conocen, pero que todos asienten con sus cabezas cuando se les pregunta por éstos. Por eso las personas que se quitan la máscara de la falsedad y el disfraz de la mentira son considerados locos o extraños que no logran encajar. Gibran en su obra nos demuestra que está bien descender a tu infierno, mientras los demás suben a su cielo, que no es pecado querer ser un loco en la soledad, reírte dentro de ella sin la compañía de alguien que no te podrá entender y que te despersonificará cuando lo intente.

Pintura de Gibran Jalil Gibran
Asimismo habla de los resentimientos no hablados que surgen solamente en el inconsciente, pero que son tapados con la cortesía del día a día. Este autor no teme en escarbar en ningún tema, habla sobre la religión, las amistades, la relación de una madre con su hija, o de las personas arrogantes que tienen su merecido. Ninguno de estos temas cae en la cotidianeidad, sino que se abordan con base en sueños, máscaras, espantapájaros, ermitaños o hasta los siete pecados que discuten entre ellos.

A pesar de ser una obra que prácticamente tiene 100 años de haber sido publicada, consigue entender la naturaleza del ser humano a la perfección. Porque al final del día, no importa en qué época se esté, todos somos locos que nos ocultamos detrás de una máscara, con demasiado miedo de demostrar nuestro verdadero ser.

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